Notas de un lector
Jorge de Arco
12/02/18
Al par de
su lectura, los versos de Pérez Sauquillo siguen despertando una azulada
melancolía, un cromático sentir que va desnudando el infalible conjuro del yo
poético. Su verbo ha ido tornándose más depurado, más conceptual si cabe, si
bien sus paisajes, sus referentes, sus protagonistas…, continúan siendo los
incesantes latidos que penetran en el ayer y en el mañana: “Temprano,/ como un
estirar de brazos,/ volveré a mi parque./ Veré pasar la luz y los caballos/
sintiendo que son míos,/ que el tiempo es un engaño./ Velaré la mentira desnuda/
de su invierno/ y allí me quedaré/ hasta que el sol se ponga,/ aleteando,/
prometido a las huellas de mis manos”. Estos poemas giran la llave de la vida y
sitúan su discurso muy cerca del memorial de las estaciones, de los desvelos
que circundan el discurrir de los días, de las sombras y anhelos que que lindan
con la existencia. Su palabra busca la relevación con la cual articular un
relato propio, una llama solidaria. Y volver, al cabo, hasta el origen donde
prenderse del diario acontecer y, poder así, desobedecer al adiós definitivo:
“Deja así el corazón. No dejes que se mueva./ No dejes que la luz/ me descubra
en un gesto/ y un papel arrugado. No dejes/ que me pierda donde ya no hay
poder/ para girar la llave de hojalata/ que rige tanto brillo como sombra/ en
tan sólo una víscera”.
En
su prefacio, Víctor Herrero de Miguel anota que la poesía de Pérez-Sauquillo
“está atravesada por el hilo de oro de la vida. Ese es el tema de sus versos:
el misterio de alentar, la fascinación por estar vivos”. Y buena parte de ese
hálito surge desde el amor, que le permite cifrar su mirada y pluralizar la
percepción de la realidad, el obligdo inventario de lo absoluto y de lo
perdurable, de lo inextinguible y de lo ficticio: “Tu claridad,/ la perfección
del aire en una sábana./ Suave papel mojado,/ ha entrado la mañana hasta la
piel./ Lo que nos guarda/ brilla como una espada entre tú y yo./ En el espacio
limpio donde duermes/ hay animales blancos”. En suma, una antología atravesada
por la hondura de un verso sutil, maleable, entrañado en la conciencia de la
pureza y que se ofrece vívido y unánime: “En campos de silencio/ la estrellas
que caen/ siempre germinan./ Todo nos reconoce./ Todo inclina su gesto
generoso/ hacia donde la vida/ nos cubre y nos concreta”.
http://andaluciainformacion.es/notas-de-un-lector/735502/como-una-espada-entre-tu-y-yo/
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